“Cuando era niña tuve que aceptar que llevaría un parche en mi ojo durante toda la vida, como consecuencia de un accidente de esgrima.
Con doce años supe que iba a casarme con un hombre 34 años mayor que yo. Mi primer pensamiento fue intentar huir, pero luego cambié de idea, tras haberlo conocido, y me enamoré de él. Tuvimos una linda vida con seis hijos, me convertí en la princesa de Éboli, localizado en el reino de Nápoles.
Más tarde me quedé viuda, sin consuelo, mi vida ya no sería la misma. Los primeros años fueron terribles, todo lo que pasaba por mi cabeza era negarme a aceptar que mi amor se había ido para siempre. Entonces, decidí irme a un convento, para quedarme lejos de las intrigas de la Corte, porque quería hacer lo que me apeteciera.
Tiempo después, necesitaba volver a mi vida porque deseaba nuevas aventuras. Volví a la Corte, donde conocí a Antonio Pérez, del cual me enamoré locamente, pero este era un amor prohibido porque su corazón ya tenía dueña.
Aunque vivimos nuestra historia de amor, enseguida nos alejamos cuando nuestro romance fue descubierto por Felipe II. Así que Antonio Pérez se fugó y yo me quedé presa en el Palacio Ducal de Pastrana (Guadalajara), mustiándome cada día. Los días, los años pasaron y todo lo que yo escuchaba era el “tic tac” del reloj, sin darme cuenta del paso de los años…
Morí”.
Bubu, Voladoira & Felipe
[Trabajo que ha surgido con el estímulo del ejercicio propuesto en el tema 9 del libro Tema a tema B1, editorial Edelsa].